ANTONIO JIMÉNEZ TORRECILLAS Y SU ESTACIÓN DE METRO GRANADINA

Con motivo de la visita a Granada y la conferencia que impartío Jordi Garcés, Rogelio Martín Soler nos hizo llegar este texto en el que nos resume sus impresiones de la intervención en la línea 9 del metro de Barcelona del estudio Jordi Garcés, De Seta y Bonet  y la intervención de la estación de metro Alcázar-Genil de Antonio Jiménez Torrecillas.

Muchas gracias maestros.

Leed el enlace el texto original porque contiene las fotos de ambas estaciones.

Fdo: Mª de la Barca

Antonio Torrecillas_Garces-DeSeta-Bonet_METRO A METRO
Jordi Garcés, con De Seta y Bonet, prestigiosos arquitectos catalanes, ganaron el premio FAD 2016 con su intervención en la línea 9 del metro de Barcelona, concluida este pasado año.
Antonio Torrecillas (permitidme llamarlo así, siempre lo hemos hecho), arquitecto granadino no menos prestigioso, cuya vida se truncó tempranamente, trabajó de forma magistral dando forma a la estación del metro Alcázar-Genil, de Granada, prácticamente acabada en 2015.
Aunque no lo sé a ciencia cierta, supongo que ambos conocían la obra del otro, cuya realización coincidió en el tiempo, y las dos intervenciones supieron mostrar las entrañas de la tierra de forma soberbia, aplicando una concepción entre minimalista y brutalista del tratamiento del espacio.
Los catalanes ya han ganado de forma merecida su premio, nada menos que un FAD 2016, quizá el más reputado y decano de los que se convocan en España. Leed la opinión de los profesionales que juzgaron la obra:
Valoración del jurado: “Lo que resultó impresionante fue el reconocimiento y la inteligencia en la lectura de la preexistencia, como si se tratase de un yacimiento arqueológico. Es una ruina moderna que se trabaja de una manera casi museológica o escénica. Las opciones escogidas para la iluminación, la ubicación de los controles, la señalización, los paneles acústicos y las entradas de luz natural dotan los interiores de una gran nobleza. Las tres estaciones de metro parecen llegadas de un escenario postapocalíptico en el cual las superficies adquieren un carácter pictórico por el efecto que la luz y la sombra producen en las texturas de las superfícies. Es necesario valorar, por tanto, el control de escala y gestos mínimos y eficaces que hacen emblemático este proyecto.”
El paralelismo de la obra de Antonio Torrecillas con la del equipo catalán es patente, y las sensaciones que expresa el jurado al describir sus valores parecen hechas a la medida del continente y contenido de la obra de mi querido y admirado colega granadino, que supo integrar el enorme albercón nazarí haciendo poesía arqueológica, mostrándolo casi suspendido en el aire y encajándolo entre los descarnados pilotes de hormigón sabiamente iluminados que conforman las paredes de este monumental espacio. Es obra pública, obra civil al servicio de los ciudadanos, resuelta con maestría y sensibilidad, que al tiempo de prestar su función nos deleitará con su emocionante presencia.
En una casi sincronía de arquitecturas concurrentes, ambas actuaciones han afrontado la obra con valentía y creatividad, resolviendo con acierto sus problemas funcionales y manejando adecuadamente la luz para resaltar la irregular textura de los materiales de soporte que, lejos de quedar ocultos bajo costosos revestimientos, se convierten en protagonistas del recinto que confinan con sutileza exquisita.
El metro de Granada, por las circunstancias que todos conocemos -que tienen mucho que ver con la mísera altura de miras de que han hecho gala las sucesivas hornadas de políticos de ámbito estatal, autonómico y local respecto a esta ciudad- lleva construyéndose desde 2007, y prácticamente 10 años después va a ser inaugurado. Espero que una vez se produzca este anhelado acontecimiento para la ciudad, sea reconocida la valía de esta obra,
(nominada para el Premio de Arquitectura Contemporánea de la UE ‘Mies van der Rohe 2017) y Antonio Torrecillas reciba, ya de forma póstuma, un nuevo premio de reconocimiento a la labor de un incansable buscador de formas que además conseguía hacerlas funcionar, en consonancia con el buen oficiode arquitecto que practicó y transmitió.

Las fotos de una y otra intervención que acompaño (tuve la suerte de fotografiar la de Granada, las de Barcelona están sacadas de la página web de los autores), os harán comprender el sentido de este escrito, que está redactado con el corazón en recuerdo y homenaje a un amigo y colega, Antonio, que desgraciadamente desapareció muy pronto.
Rogelio Martín Soler, arquitecto
Granada, 8 de marzo de 2017